- Viernes de la Vigésima Octava Semana del Tiempo Ordinario
Luke 12:1-7
En aquel tiempo: Se apiñaba tanta gente que unos a otros se pisoteaban. Comenzó a hablar, primero a sus discípulos: “Guardaos de la levadura, es decir, de la hipocresía, de los fariseos. No hay nada oculto que no haya de ser revelado, ni secreto que no haya de ser conocido. Por tanto, todo lo que habéis dicho en las tinieblas, será oído en la luz, y lo que habéis susurrado a puerta cerrada, será pregonado desde los terrados. Os digo, amigos míos, que no temáis a los que matan el cuerpo pero después ya no pueden hacer más. Te mostraré a quién temer. Temed a aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar al Gehena; Sí, os lo digo, tened miedo de ese. ¿No se venden cinco gorriones por dos moneditas? Sin embargo, ninguno de ellos ha escapado a la atención de Dios. Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No tengas miedo. Vosotros valéis más que muchos gorriones”.
Oración introductoria: Señor, creo que estás presente aquí mientras me dirijo a ti en oración. Confío y tengo confianza en tu deseo de darme todas las gracias que necesito recibir hoy. Gracias por tu amor, gracias por tu inmensa generosidad hacia mí. Te doy mi vida y mi amor a cambio.
Petición: Señor, dame valor para no rehuir seguirte incluso ante cualquier tentación.
11. Comida para leones: San Ignacio, obispo de Antioquía, fue arrestado y luego transportado a Roma, donde lo esperaba la muerte a manos de los leones. Durante el viaje escribió cartas a algunas de las comunidades cristianas por las que pasó, sobre todo a la comunidad cristiana de Roma. En la carta, insta a los romanos a que no le hagan “caridad inoportuna” al interceder ante el emperador para evitarle la ejecución. Les escribe: “Les ruego que no muestren una buena voluntad indebida hacia mí. Dejad que me convierta en alimento de las fieras, por cuyo medio me será concedido llegar a Dios” (Carta a los Romanos). Cuando Cristo habla de no tener miedo de aquellos que matan el cuerpo pero después ya no pueden hacer más, lo dice literalmente. Si nos encontramos con una situación en la que debemos ser fieles a Cristo o ceder a la presión y abandonar el camino del Señor, nunca debemos dudar. Sigue a Cristo. No temáis a quienes podrían “matar” con su crítica o desaprobación de nuestra rectitud de conciencia. No tengas miedo.
2. Convertirse en Eucaristía: San Ignacio continúa: “Yo soy el trigo de Dios, y soy molido por los dientes de las fieras, para ser hallado pan puro de Dios” (Carta a los Romanos). Él está estableciendo una conexión entre su propio martirio venidero (trigo molido por los dientes de las bestias salvajes) y la Eucaristía (el pan puro de Dios). Estas palabras no son sólo una analogía espantosa pero piadosa; más bien, tocan el significado más profundo del misterio de la Eucaristía y nuestra participación en ella. La Eucaristía es el culto más completo dado a Dios Padre: es la Encarnación de Dios entre nosotros, es el sacrificio de Cristo de su cuerpo en la Cruz, y es su Resurrección de la muerte a la vida eterna. A través de la Eucaristía, la encarnación, la muerte en sacrificio y la resurrección de Cristo no son meros ejemplos que estamos llamados a imitar del mismo modo que un atleta aficionado podría imitar a un profesional. La Eucaristía es mucho más profunda que eso. Al recibir la Eucaristía, nos unimos a la humanidad de Cristo (la Encarnación), su sufrimiento para cumplir la amorosa voluntad del Padre, su muerte al pecado y su resurrección (nuestra vida en gracia aquí y vida eterna en el futuro). En esta unión nos convertimos en “pan puro de Dios”, como escribe San Ignacio. Nos convertimos en un sacrificio aceptable para el Señor. Necesitamos ofrecer las luchas y los desafíos de cada día para permanecer unidos a Cristo en la Eucaristía.
3. Más que pájaros: En nuestra vida diaria damos por sentado muchas cosas pequeñas porque parecen tener poca importancia en el gran esquema de las cosas. “¿Cuáles fueron las temperaturas máximas y mínimas hoy hace un año?” "¿Qué importa ahora?" también podríamos responder. “¿De dónde obtendrán comida los cuatro gorriones que vi en el parque hace dos semanas?” Ni siquiera es una pregunta que se nos ocurra. Tenemos muchas otras cosas de importancia inmediata que requieren nuestra atención y acción. Sin embargo, tal pregunta es lo suficientemente importante como para que se le ocurra a Dios. Cristo nos dice en Lucas 12:24: “No siembran ni cosechan; no tienen almacenes ni graneros; sin embargo, Dios los alimenta”. Continúa: “¡Y cuánto más valéis vosotros que los pájaros!” Si Dios tuviera tiempo para pensar en algo.Siendo tan insignificante entre todos los acontecimientos del mundo, ¡cuánto más se ocupará de nuestras necesidades!
Conversación con Cristo: Señor, cuando miro las dificultades y los momentos difíciles que sé que enfrentaré hoy, me preocupo por los sacrificios que tendré que hacer. Quizás no sea tan paciente o generoso como debería. Quizás los acontecimientos no resulten como espero. Ayúdame a tener seguridad y confianza en ti como San Ignacio. Ayúdame a darme cuenta de que has cuidado cada mínimo detalle de todo lo que ocurrirá hoy.
Resolución: Cuando me enfrente a cualquier preocupación hoy, oraré: “Jesús, en ti confío”.