- Miércoles de la XXI Semana del Tiempo Ordinario
Matthew 23:27-32
Jesús dijo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Sois como sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda clase de inmundicias. Aun así, por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y maldad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Edificas los sepulcros de los profetas y adornas los monumentos conmemorativos de los justos, y dices: 'Si hubiéramos vivido en los días de nuestros antepasados, no habríamos derramado con ellos la sangre de los profetas'. Así dais testimonio contra vosotros mismos de que sois hijos de los que asesinaron a los profetas; ¡Ahora completad lo que midieron vuestros antepasados!
Oración inicial: Mi Señor, ayúdame a escuchar con el corazón abierto y a erradicar cualquier tendencia farisaica que vea allí.
Encuentro con Cristo:
1. ¡Ay de vosotros!: Jesús les dijo a los fariseos que, aunque parecían hermosos por fuera, estaban llenos de inmundicia por dentro. Miró directamente a sus almas, como mira a las nuestras. El poder, la belleza y el honor pueden corromper. Si somos hermosos por fuera, alábalo. Si estamos en posiciones de liderazgo, como lo estaban los fariseos, dependemos de él. Si estamos siendo honrados es porque Jesús lo permitió. Sólo confiando únicamente en Jesús y no en nuestros propios dones y fortalezas evitaremos la condenación como los fariseos. Que Jesús nunca nos diga: "¡Ay de vosotros!".
2. El momento es ahora: Jesús señaló lo absurdo que era que aquellos que querían matarlo afirmaran que no habrían matado a los profetas. “Así dais testimonio contra vosotros mismos”, comentó. Semejante hipocresía debe estar ausente de mi vida. Si quiero ser un héroe, un líder cristiano, un santo mañana, este deseo es auténtico en la medida en que actúe en consecuencia hoy. Si quiero vivir toda una vida con Jesús, mi deseo muestra cuán dedicado estoy a él hoy. Si quiero convertirme en la mejor versión de mí mismo, ahora es un buen momento para empezar.
3. Buenas obras/razones equivocadas: Jesús reconoció en su condena a los fariseos que habían hecho buenas obras. Construyeron y adornaron tumbas para los profetas. Sin embargo, hicieron estas cosas para parecer justos. ¿Busco aprobación, afirmación y admiración de otras personas, especialmente de las más cercanas a mí? ¿Me siento tentado a hablar de mí y de mis logros? ¿He comprometido mis principios para encajar y ser aceptado? Nuestro Señor conoce nuestras debilidades y extiende sus brazos amorosos en señal de perdón. Los fariseos rechazaron las invitaciones de Jesús. Arrepintámonos de nuestras vanidades y caigamos en su abrazo.
Conversando con Cristo: Señor mío Jesucristo, muchas veces anhelo claridad. Mi corazón anhela un puerto seguro, un hogar. Te ruego, pon en mi corazón la confianza de que tú me guiarás. Espero en ti, porque eres mi hogar eterno, mi puerto seguro, mi garantía de felicidad futura. Enséñame a vivir hoy desde esta confianza, para que algún día pueda abrazar plenamente lo que espero ahora.
Resolución: Señor, hoy, por tu gracia, pondré en práctica una buena intención, algo que he querido hacer durante mucho tiempo pero que aún no he hecho.
Para una mayor reflexión: Catecismo de la Iglesia Católica 2014-2016: El progreso espiritual tiende a una unión cada vez más íntima con Cristo. Esta unión se llama "mística" porque participa del misterio de Cristo a través de los sacramentos –"los santos misterios"– y, en él, del misterio de la Santísima Trinidad. Dios nos llama a todos a esta unión íntima con él, aunque las gracias especiales o los signos extraordinarios de esta vida mística sean concedidos sólo a algunos para manifestar el don gratuito dado a todos. El camino de la perfección pasa por la Cruz. No hay santidad sin renunciación y batalla espiritual. El progreso espiritual conlleva la ascesis y la mortificación que llevan poco a poco a vivir en la paz y la alegría de las Bienaventuranzas: “Quien sube nunca deja de ir de principio a principio, por comienzos que no tienen fin. Nunca deja de desear lo que ya sabe” (San Gregorio de Nisa, Hom. in Cant. 8: PG 44, 941C). Los hijos de nuestra santa madre la Iglesia esperan con razón la gracia de la perseverancia final y la recompensa de Dios su Padre por las buenas obras realizadas con su gracia en comunión con Jesús. Manteniendo la misma regla de vida, los creyentes comparten la "esperanza bienaventurada" de aquellos a quienes la misericordia divina reúne en la "ciudad santa, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido".