- Sábado de la tercera semana del tiempo ordinario
Mark 4:35-41
Ese dÃa, mientras se acercaba la tarde, les dijo: "Crucemos al otro lado". Dejando a la multitud, lo llevaron con ellos en el bote tal como estaba. Y otros barcos estaban con él. Se escuchó una ráfaga violenta y las olas rompieron sobre el bote, por lo que ya se estaba llenando. Jesús estaba en la popa, dormido en un cojÃn. Lo despertaron y le dijeron: "Maestro, ¿no te importa que estemos pereciendo?" Se despertó, reprendió al viento y le dijo al mar: "¡Tranquila, quédate quieto!" El viento cesó y hubo una gran calma. Luego les preguntó: "¿Por qué están aterrorizados? ¿Aún no tienen fe?" Se llenaron de gran admiración y se dijeron unos a otros: "¿Quién es ése a quien incluso el viento y el mar obedecen?"
Oración introductoria: Señor, creo que estás en mi bote. Quiero una fe más fuerte en ti. ConfÃo en que me llevarás, aunque soy pecaminoso, a tu buen puerto. Te amo por acompañarme siempre en esta vida.
Petición: Señor, ayúdame a crecer en la fe.
1. Cruzando al otro lado: sabemos que no permaneceremos en la tierra para siempre. Hay otra orilla que es nuestro hogar. Cristo vino a recordarnos esto y nos mostró cómo llegar a ese lugar. ¿Cojo a Cristo en mi bote y le dejo indicar lo que debo hacer en mi vida? ¿O me repruebo, sin aceptar la aventura de salir a la profundidad con Cristo? ¿Qué es lo que me detiene?
2. Maestro, ¡estamos pereciendo! Cristo permite que nuestro bote sea sacudido por dificultades que a veces parecen insuperables. Tenerlo en nuestro bote no es una garantÃa de que todo salga bien. Necesitamos descubrir que él está trabajando en medio de las dificultades. Necesitamos preguntar qué nos está enseñando. Si en medio de las pruebas nos acercamos a él, puede haber una verdadera gracia trabajando. Muchas veces encontramos que dejamos que nuestra confianza en él se resbale cuando las cosas se ponen difÃciles. TodavÃa no hemos aprendido que "todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios" (Romanos 8:28).
3. El Señor del Viento y el Mar: Necesitamos tener en cuenta que Cristo tiene la victoria final. Él permite las dificultades para que podamos crecer en abandonarnos a él. Cuando la vida duele, y no tiene sentido, necesitamos profundizar nuestra fe en Aquel que ha vencido el pecado y la muerte. Él escribirá el último capÃtulo de nuestra vida. Él nos llevará al puerto seguro. Podemos reforzar nuestra fe en él hoy manteniendo nuestros ojos en sus promesas y su presencia. Podemos renovar nuestra confianza en que no permitirá que nuestras oraciones no reciban respuesta, sino que responderá en su momento con poder y eficacia más allá de lo que esperamos. Al continuar navegando este barco en medio de la tormenta, le damos el control total sobre nuestro destino. No podemos estar en manos más seguras.
Conversación con Cristo: Señor, sé que cuando permites dificultades en mi vida, estás tratando de fortalecer mi fe y hacer que vea que tengo que recurrir a ti. Ayúdame a aprovechar estas dificultades para poder abandonarme más totalmente a ti. Quiero aprender a confiar en ti como el Señor de mi vida. Tráeme al puerto seguro.
Resolución: analizaré una de las mayores dificultades en mi vida y veré dónde necesito aplicar una mayor confianza en Dios.