Daily Reflection

Más fuerte que la sangre

January 23, 2018 | Tuesday
  • Martes de la tercera semana del tiempo ordinario
  • Mark 3:31-35

    Su madre y sus hermanos llegaron. De pie afuera, le mandaron un mensaje y lo llamaron. Una multitud sentada a su alrededor le dijo: "Tu madre y tus hermanos y tus hermanas están afuera preguntando por ti". Pero él les respondió: "¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?" Y mirando a los que estaban sentados en el círculo, dijo: "Aquí están mi madre y mis hermanos. Porque quien hace la voluntad de Dios es mi hermano, mi hermana y mi madre".

    Oración introductoria: Hoy quiero encontrarte como amigo y hermano, Señor. Creo que quieres encontrarme y transformarme. Gracias por trabajar en mi corazón, llamándome a una identificación más profunda contigo. Confío en que me llevarás por caminos de crecimiento y fecundidad.

    Petición: Señor, ayúdame a poner mi voluntad en conformidad con la tuya.

    1. Quizás necesite un descanso: Jesús estaba muy ocupado. Quizás estaba cansado. Tal vez su madre llegó para darle un poco de comida o una palabra de aliento. Pero encontramos en el Evangelio de hoy un Cristo que es fuerte. Él se ha fortalecido a través del contacto íntimo con el Padre. Él ha llenado su corazón de amor por las almas. Él encuentra alimento al hacer la voluntad del Padre. Sin duda, su madre se sintió alentada por lo que encontró. ¿Dejo que la voluntad de Dios sea mi fortaleza? ¿La oración me transforma al punto donde la caridad y la evangelización se convierten en mi forma natural de ser?

    2. La cercanía por la razón correcta: cuando Jesús enseñó y sanó, las personas se sintieron naturalmente atraídas por él. Sin embargo, simplemente estar físicamente cerca de él no cuenta. Uno tenía que abrir el corazón para recibir su mensaje de conversión. Él buscaba transformar a las personas, hacerlas capaces de vivir como hijos e hijas de Dios. Si estoy dispuesto a aprender los estándares de Jesús y actuar como lo hace, entonces puedo estar cerca de él. Él me permitirá entrar en su intimidad si hago mía la voluntad de Dios.

    3. Acompañando a Cristo: Aquí hay una realidad misteriosa. De hecho, puedo traer consuelo al corazón de Cristo. Puedo acompañarlo en su misión divina. Debo estar dispuesto a renunciar a mi voluntad y hacer solo la voluntad del Padre. ¿Puede Cristo señalarme y decir: "Él es mi hermano; ella es mi hermana; ella es mi madre"? Debo mirar mi vida y ver qué no está en conformidad con su voluntad. Debo hacer una firme resolución para mostrar mi fe y mi amor en lo que es más difícil para mí.

    Conversación con Cristo: Señor, tú me das esta corta vida para que formes parte de tu familia. Quiero hacer mía la voluntad del Padre como tú. Ayúdame a poner la voluntad de Dios por encima de todo lo demás, para que se convierta en lo que más deseo. Entonces seré verdaderamente tuyo.

    Resolución: Hoy haré un acto de caridad hacia alguien con quien me resulta difícil llevarme bien.

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