- Memorial de Santa Elizabeth Ann Seton, religiosa
John 1: 35-42
Juan estaba con dos de sus discÃpulos, y al ver pasar a Jesús, dijo: "He aquà el Cordero de Dios". Los dos discÃpulos escucharon lo que dijo y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y los vio que lo seguÃan y les dijo: "¿Qué es lo que están buscando?". Le dijeron: "Rabino" (que traducido significa Maestro), "¿dónde te estás quedando?" Él les dijo: "Vengan, y verás ". Asà que fueron y vieron dónde se estaba quedando, y se quedaron con él ese dÃa. Eran alrededor de las cuatro de la tarde. Andrés, el hermano de Simón Pedro, fue uno de los dos que escuchó a Juan y siguió a Jesús. Primero encontró a su propio hermano Simón y le dijo: "Hemos encontrado al MesÃas", que se traduce como Cristo. Luego lo trajo a Jesús. Jesús lo miró y dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan; se te llamará Cefas ", que se traduce como Pedro.
Oración introductoria: Señor, creo que tú eres el MesÃas, el Cordero de Dios viene al mundo para salvarnos. Gracias por revelarse a nosotros. Humildemente te ofrezco ahora mi mente y corazón para enfocarte en tu Palabra Divina, para que pueda conocer y comprender mejor tu voluntad para mÃ.
Petición: Jesús, ayúdame a ponerte primero en mi vida y esfuérzate por ayudar a otros a conocerte.
1. Saber cuándo dejarlo: aquÃ, vemos a San Juan el Bautista en acción y los frutos de su fidelidad al plan de Dios. A medida que redirige discretamente a dos de sus mejores discÃpulos para seguir a Cristo, su humildad está en pleno juego. No solo acepta el hecho de que debe tomar una segunda etapa para Jesús; él trabaja activamente para que esto suceda. Puede ser muy difÃcil para nosotros buscar solo la gloria de Dios y el bien de quienes nos rodean. Nuestros corazones se adhieren fácilmente a las personas, a las áreas de responsabilidad y a la atención que podemos recibir debido a lo que hacemos, ya sea en nuestra profesión, en nuestra vida privada, en una parroquia o en una organización religiosa voluntaria. Sin embargo, si queremos hacer la voluntad de Dios, debemos saber cuándo es el momento de dejarla ir. Al igual que Juan el Bautista, lo único que debemos tener en cuenta es establecer el reino de Cristo.
2. Enfrentar las consecuencias: gracias a la fidelidad de San Juan Bautista a su misión, dos hombres, Andrés y Juan, se encuentran con Jesús y reconocen que él es el MesÃas. Juan el Bautista nunca supo los resultados finales de sus acciones, pero confió en el EspÃritu Santo e hizo lo que sintió que Dios querÃa. La única frase que pronunció en ese momento: "He aquà el Cordero de Dios" tuvo repercusiones para la historia de la Iglesia y del mundo. Sin esas palabras pronunciadas en ese momento, es posible que nunca hayamos tenido el Evangelio de San Juan, sus cartas y el libro de Apocalipsis, o la obra evangelizadora de San Andrés. Jesús podrÃa haber llamado a Andrew y a John de otra manera, pero habrÃan perdido un tiempo precioso. No sabemos cuánto depende de nuestra fidelidad al plan de Dios en nuestra vida. Antes de decir "no" a Dios, deberÃamos preguntarnos si estamos dispuestos a arriesgar las consecuencias para nosotros y los demás.
3. Compartir el tesoro: Andrew, a su vez, fue a compartir la noticia de conocer a Jesús y reconocerlo como el MesÃas con su hermano Simón. Simón podrÃa haberse reÃdo de él o haberlo ignorado. Jesús no fue considerado una figura probable para el Mesianismo: era el hijo de un carpintero de una pequeña ciudad que otro futuro apóstol, Nathaniel, mencionó con desprecio. Sin embargo, Andrew sabÃa que habÃa encontrado un tesoro y sintió la necesidad de compartir su descubrimiento con su familia y amigos. Gracias a su entusiasmo, Simon, el futuro San Pedro, se encontró con Jesús. El resto es historia. DeberÃamos preguntarnos: ¿He descubierto a Jesús a la luz de la fe? ¿He descubierto la esperanza y la alegrÃa que proviene de conocerlo como mi salvador? Si es asÃ, ¿he vencido el miedo, la timidez o el respeto humano que podrÃan impedirme compartir este tesoro con los demás?
Conversación con Cristo: Gracias, mi Señor, por ayudarme a ver la manera de servirte mejor. Gracias por los santos, que nos muestran cómo ser tus apóstoles en el mundo. ¡Dame la sabidurÃa para conocer tu voluntad en mi vida y la fuerza y ​​la confianza para seguir adelante con ella!
Resolución: De ahora en adelante, intentaré ser más valiente al compartir mi fe con los demás y lograr que participen para que puedan tener un encuentro personal que cambie la vida con Cristo.