- Jueves de la tercera semana de Adviento
Luke 1:39-45
Durante esos dÃas, MarÃa partió y se dirigió apresuradamente a la región montañosa hacia la ciudad de Judá, donde entró en la casa de ZacarÃas y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de MarÃa, el infante saltó en su vientre, e Isabel, llena del EspÃritu Santo, clamó a gran voz y dijo: "Muy bendita eres entre las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre." Y cómo ¿me sucede esto que la madre de mi Señor debe venir a mÃ? Porque en el momento en que el sonido de tu saludo llegó a mis oÃdos, el bebé en mi vientre saltó de alegrÃa. Bendito eres tú que creÃste que lo que te fue dicho por el Señor se cumplirÃa ".
Oración introductoria: Señor, ayúdame a resolver mi mente y mi corazón. Sé que estás presente en esta oración. Quiero desviar todas las distracciones. Aumenta mi fe en tu acción en mi vida. Me estás conduciendo a ti mismo. Ayúdame a ponerme más plenamente en tus manos. Aumenta mi fe para que pueda hacer cualquier cosa y sufrir cualquier cosa por ti. Úsame como un instrumento de tu gracia en las vidas de aquellos que conozco hoy.
Petición: Señor, ayúdame a seguir el ejemplo de fe y amor de MarÃa y traerte a los demás esta Navidad.
1. MarÃa, Nuestro Modelo de Adviento: MarÃa es verdaderamente el modelo de cómo debemos vivir el Adviento preparándonos para la llegada de Cristo. Dios el Padre la preparó desde el primer momento de su concepción para ser la madre digna de su Hijo. Como una fiel hija de Israel, ella habÃa orado a través de su juventud por la venida del MesÃas. Cuando era una jovencita, descubrió que era parte de la respuesta de Dios a esa oración, pero de una manera que hubiera excedido las oraciones de cualquier doncella hebrea: no solo el MesÃas serÃa su hijo, sino que su hijo también serÃa Dios. . Su "fiat", su incondicional "¡sÃ!" Al Arcángel Gabriel, lanzó la preparación próxima para el nacimiento de Jesús el MesÃas. Entremos a la respuesta de fe de MarÃa, que es una guÃa para nosotros a lo largo de nuestra peregrinación de fe. Escuchemos el ritmo del corazón contemplativo de MarÃa, para que nuestra Navidad sea tan fructÃfera como la primera Navidad.
2. Alguien que ama toma nota de los detalles: Tan pronto como el Arcángel dejó a MarÃa en Nazaret después de anunciar su importante papel en el increÃble plan de salvación de Dios, MarÃa misma hizo planes para partir. Fue con prisa para ayudar a su pariente mayor Elizabeth, que estaba embarazada por primera vez. Gabriel no le habÃa ordenado a Mary que fuera en ayuda de Elizabeth, ni lo sugirió. El gran amor de MarÃa fue suficiente para hacerla entrar en acción y emprender el largo viaje de sesenta millas hasta la ciudad natal de Isabel, en las afueras de Jerusalén. Al emprender este viaje desafiante y potencialmente peligroso, Mary mostró, como lo hizo en la fiesta de bodas en Caná, que alguien que ama toma nota de los detalles. Ella demostró que alguien que ama hace todo lo posible para echar una mano, incluso a costa de un sacrificio considerable. Podemos imaginar que esta era la actitud de MarÃa desde su más tierna infancia.
3. Sé un misionero: ¡trae a Cristo! - Al acudir en ayuda de Elizabeth, MarÃa, llevando al pequeño Jesús en su vientre, se convirtió en la primera misionera, la primera portadora de las Buenas Nuevas que cambiarÃa toda la historia de la humanidad. MarÃa fue capaz de brindar una alegrÃa increÃble tanto a Isabel como a Juan el Bautista en su vientre precisamente porque ella estaba trayendo a Cristo. Y MarÃa pudo estallar con su hermoso Magnificat por la misma razón. Para alegrar a los demás esta Navidad, debemos traerles a Cristo. Él es el mejor regalo que podrÃamos ofrecer a alguien que amamos: todos los bienes materiales en el mundo caen en comparación. Sin compartir a Jesús, no le estamos dando a nuestros seres queridos nada que sea verdaderamente duradero. Trae a Cristo, y traes todo.
Conversación con Cristo: Señor Jesús, está claro que tu madre quiere que aprenda de su ejemplo. Ella me inspira para traerte a otros esta temporada de Navidad. Conozco a muchas personas que te necesitan desesperadamente en sus vidas, que necesitan tu perdón, que tienen hambre de tu amor y tu presencia, tal vez sin siquiera saberlo. Sé que mi relación amorosa contigo nunca debe guardarse para mÃ; es un regalo destinado a ser compartido. El ejemplo de tu madre me muestra la manera de vivir Adviento bien y explÃcitamente me desafÃa a ser misionero trayéndote al mundo.
Resolución: compartiré mi fe esta temporada de Navidad con un amigo o pariente necesitado.