- Martes de la Vigésima Novena Semana del Tiempo Ordinario
Luke 12:35-38
Jesús dijo a sus discÃpulos: "Ceñid vuestros lomos y enciendan vuestras lámparas y sed como sirvientes que esperan el regreso de su amo de una boda, listos para abrirse inmediatamente cuando venga y golpee. Bienaventurados los siervos a quienes el maestro encuentra vigilantes a su llegada. Amén, les digo, se ceñirá, los hará recostarse en la mesa, y procederá a esperarlos. Y si él viene en la segunda o tercera guardia y los encuentra preparados de esta manera, benditos sean esos siervos ".
Oración introductoria: Señor, miras cada una de mis acciones, conoces cada uno de mis pensamientos y me guias en todos los caminos. Amo y confÃo en tu voluntad. Gracias por este tiempo de oración. De eso puedo recibir la energÃa espiritual que necesito para mantener mis ojos firmemente plantados en ti hoy y para estar seguro de que siempre estás a mi lado.
Petición: Señor, ayúdame siempre a estar atento a las necesidades de los demás.
1. Mire y ore: Ser sorprendido no es divertido. Esas sorpresas son particularmente molestas cuando sentimos que alguien deberÃa habernos advertido. "Por favor, asegúrese de contarme sobre esto la próxima vez" es un estribillo familiar. Cuando se trata de las preguntas sobre la vida después de la muerte, si somos sorprendidos, no tendremos a nadie a quien culpar sino a nosotros mismos. Cristo nos ha dado una advertencia más que adecuada. Ni la muerte ni su venida en gloria para juzgar a la humanidad deberÃan sorprendernos. La clave para la preparación radica en su advertencia a sus discÃpulos: "Velad y orad" (Mateo 26:41).
2. Maestro o Sirviente: Imagina la alegrÃa de Jesús al dar la bienvenida al cielo a uno de sus "buenos y fieles siervos". Dijo que nos sentarÃa y nos servirÃa la cena. Esa bella imagen nos recuerda que el trabajo duro de ser fiel no le faltará su recompensa. Más que nada, apunta a la gratitud de Jesús; el Maestro se convierte en el sirviente de sus fieles discÃpulos. Después de todo lo que el Señor ha hecho por nosotros, ¿qué otra cosa podrÃamos hacer sino darle a Cristo el gozo de nuestra fidelidad?
3. El largo recorrido: Jesús habla de que el dueño de la casa posiblemente llegue al "segundo o tercer turno de la noche". Ser fiel no es una aventura o un destello en la sartén. Sabemos que habrá "altibajos", momentos de dos pasos adelante y uno atrás. A pesar de todo, estamos llamados a perseverar. Ir a la distancia no es fácil, ¡pero qué hermoso es! El Papa San Juan Pablo II nos dio un ejemplo indeleble de perseverancia. Cuando nos enteramos de que él habÃa fallecido, todos nosotros sentimos tristeza hasta que consideramos la alegrÃa de imaginar el abrazo entre él y el Señor que tanto amaba. Que nuestro ejemplo sea testigo de nuestro deseo de perseverar, de mantener nuestro compromiso de fidelidad hasta que el Señor nos llame a casa.
Conversación con Cristo: Si la vida es larga o corta, Señor, tengo que estar preparado para lo que sea que traiga tu providencia. Quiero perseverar, pero a menudo mi amor se ve socavado por mis temores y mi fragilidad. Dame la fuerza que necesito.
Resolución: Revisaré mis elecciones de vida para asegurarme de que estoy perseverando en todo lo que le prometà a Cristo.