- Martes de la vigésimo sexta semana del tiempo ordinario
Luke 9: 51-56
Cuando se cumplieron los dÃas en que Jesús fue llevado a cabo, resolvió decidirse a viajar a Jerusalén, y envió mensajeros delante de él. En el camino entraron en un pueblo samaritano para prepararse para su recepción allÃ, pero no lo recibieron porque el destino de su viaje era Jerusalén. Cuando los discÃpulos Santiago y Juan vieron esto, preguntaron: "Señor, ¿quieres que llamemos fuego del cielo para consumirlos?" Jesús se volvió y reprendió a ellos, y ellos viajaron a otra aldea.
Oración introductoria: En ti, Señor, encuentro toda mi alegrÃa y felicidad. ¿Cómo podrÃa ofenderte persiguiendo un éxito fugaz y trofeos sin vida? Yo creo en ti porque eres la verdad misma. Espero en ti porque eres fiel a tus promesas. Te amo porque primero me has amado. Soy un pecador; sin embargo, me has dado tantas bendiciones. Humildemente gracias.
Petición: Señor Jesús, hazme manso y humilde de corazón.
1. Una estrategia impopular: Jesús era como el general de un ejército. Sin embargo, su enemigo no era visible; su enemigo eran las fuerzas ocultas del mal mismo. Jesús libró la guerra en el diablo hasta el final amargo. "Este fue el propósito de la aparición del Hijo de Dios, para deshacer la obra del diablo" (1 Juan 3: 8). Jesús marchó hacia Jerusalén, y este Evangelio describió su marcha con un término militar: "resueltamente". Sin embargo, aunque estaba en un combate feroz, Jesús no lo mostró de una manera que el mundo entendió. Nuestro Señor se acercó a su batalla en Jerusalén como una oveja conducida a la matanza. Su estrategia era la humildad. La humildad era la bomba atómica que caerÃa sobre los planes y planes de Satanás. Asà deshizo el orgullo y la arrogancia de Lucifer.
2. Una lección de humildad: San Juan el Evangelista es un participante activo en este pasaje. SabÃa que el propósito de Jesús era hacer la guerra (ver 1 Juan 3: 8), y él y su hermano soñaron con estar bien decorados en el batallón de Jesús. Ellos buscaban lugares en su mano derecha e izquierda en el Reino (ver Marcos 10: 35-37), y ahora buscan usar su rango de apóstoles para vencer a sus oponentes. Jesús los reprendió, redefiniendo para ellos la idea de la realeza en su reinado. Aprendieron rápidamente que las armas de ataque eran la bondad, la dulzura, la caridad y la humildad.
3. Orientado a la Misión: En las normas militares, un comandante en jefe podrÃa haber considerado el incidente en Samaria una derrota. Cristo fue arrancado de su presencia, tan humanamente hablando, perdió. Esto, sin embargo, no es el caso. Si Jesús se hubiera quejado o tomado represalias contra el fanatismo de los samaritanos, eso habrÃa sido una derrota. En cambio, el Evangelio nos dice: "Ellos viajaron a otra aldea." ¡Simple como eso! Cristo ganó la victoria porque no perdió el tiempo en expectativas caprichosas, caprichosas y caprichosas; más bien como un verdadero soldado, perdonó, se olvidó y siguió a la siguiente ciudad.
Conversación con Cristo: Señor Jesús, permÃteme entender los golpes y moretones de tu "campo de entrenamiento". Es difÃcil entender por qué la vida es tan gravosa para mi naturaleza débil, pero sé que estamos en guerra con las fuerzas de mal. Verlo morir por esta guerra y ganarla me da más coraje para comprometer mi parte al esfuerzo de la guerra. Ayúdame a preferir la virtud de la humildad sobre mi orgullo.
Resolución: Hoy, voy a ser el que hace una tarea cotidiana en mi casa. Haré el café para todos o lavaré los platos para demostrar al Señor (ya mà mismo) que puedo ser humilde.