Daily Reflection

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June 3, 2017 | Saturday

Father Paul Campbell, LC

  • Sábado de la Séptima Semana de Pascua
  • John 21:20-25

    Pedro se volvió y vio al discípulo a quien Jesús amaba, el que también se había reclinado sobre su pecho durante la cena y había dicho: "Maestro, ¿quién te traicionará?" Cuando Pedro le vio, le dijo a Jesús: "Señor, ¿qué hay de él?" Jesús le dijo: "¿Qué pasa si quiero que se quede hasta que yo venga?" ¿Cuál es su preocupación? Así que la palabra se difundió entre los hermanos de que ese discípulo no moriría. Pero Jesús no le había dicho que él no moriría, sólo "¿Y si quiero que se quede hasta que yo venga? Es este discípulo quien testifica de estas cosas y las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero. También hay muchas otras cosas que Jesús hizo, pero si estas fueron descritas individualmente, no creo que el mundo entero contendría los libros que se escribirían.

    Oración Introductorial: Señor, creo en ti y en todo lo que has revelado para nuestra salvación. Espero en ti por tu desbordante misericordia. Cada acto tuyo en esta tierra demostró tu amor por nosotros. Su ascenso al cielo ante los ojos de los Apóstoles inspira mi esperanza de un día uniéndote allí. Te amo y deseo que seas el centro de mi vida.

    Petición: Señor, aumenta mi fe, esperanza y amor.

    1. El discípulo a quien Jesús amó: Pedro está caminando con Jesús a lo largo de la orilla donde Jesús acaba de anunciar su futuro martirio. Él se vuelve para preguntarle a Jesús acerca de Juan, quien los estaba siguiendo. A lo largo de su Evangelio, Juan se designa a sí mismo como el discípulo a quien Jesús amó. Es como si el punto más llamativo de la vida y experiencia de Juan con Cristo fuera que Jesús lo amaba. Se convirtió en su identidad. ¿Cuántas veces reflexiono sobre el amor de Cristo por mí? ¿Con qué frecuencia lo aprecio?

    2. ¿Qué pasa con él? Jesús responde a la pregunta de Pedro con una pregunta suya. ¿Qué le preocupa a usted lo que le sucede a Juan? La relación de Cristo con sus discípulos es profundamente personal. Cada uno tiene una misión para completar en la vida. Podemos distraernos pensando y comparándonos con los demás, o si pueden o no seguir a Cristo. Sin embargo, estas comparaciones con otros (o sus dones, o su misión) con frecuencia pueden ser un signo de nuestro orgullo. Tenemos nuestra misión de cumplir, y nadie puede tomar nuestro lugar. Necesitamos concentrarnos en esa parte de nuestra misión que todavía está por delante de nosotros, pero que aún debe cumplirse.

    3. Sabemos que su testimonio es verdadero: Juan es un testigo de todo lo que ha ocurrido en su Evangelio. Su testimonio fue confiado a una comunidad de creyentes y ha llegado hasta nosotros bajo la garantía de la Iglesia. El Evangelio nos presenta lo que Jesús dijo e hizo. Necesitamos aferrarnos a nuestra fe en el Evangelio y no dejarnos desviar por las interpretaciones modernas que ponen en duda todo. Cuando leemos las Escrituras, oímos la voz de Dios. ¿Los leo con tanta fe?

    Conversación con Cristo: Señor Jesús, gracias por el testimonio de tu vida que encuentro en el Evangelio. Aumente mi fe. Ayúdame a leer las Escrituras ya meditar en ellas con mayor fervor. Sé que quieres hablar conmigo a través de ellos. Ayúdame a seguirte hoy.

    Resolución: Hoy voy a ayudar a otra persona a leer un pasaje del Evangelio en oración.

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