- Viernes de la Quinta Semana de Pascua
John 15:12-17
Jesús dijo a sus discÃpulos: "Este es mi mandamiento: Amad los unos a los otros como yo os amo.Nadie tiene mayor amor que esto, dar su vida por sus amigos.Usted es mis amigos si haces lo que te mando. Ya no os llaman esclavos, porque el esclavo no sabe lo que hace su amo, os he llamado amigos, porque os he contado todo lo que he oÃdo de mi Padre: no fuisteis vosotros los que me escogieron, sino yo los que os elegà Y os designó para que vayáis, y llevéis el fruto que quedará, para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dé.
Oración introductoria: Creo en ti, oh Señor, en tu gran amor por mÃ. Tú eres mi creador y mi redentor. ConfÃo en tu amistad; ConfÃo en que compartirás conmigo todas las ideas y deseos de amar como has amado. Te amo, Señor, porque me has amado primero. Quiero amarte ayudando a traer tu amor y vida a otros.
Petición: ¡ Con el amor de tu corazón, inflame mi corazón!
1. Un nuevo Mandamiento: "¿Y el amor puede ser mandado?" El Papa-Emérito Benedicto XVI plantea esta misma objeción en su encÃclica "Deus Caritas Est". El amor no es meramente un sentimiento; Es un acto de voluntad. "Dios no exige de nosotros un sentimiento que somos incapaces de producir" (n.17). No se nos puede ordenar "gustar" a alguien o "enamorarse", pero podemos "elegir amar" a nuestros enemigos. Más importante aún, cuando experimentamos el amor de Dios por nosotros, la alegrÃa de ser amados nos lleva a querer responder a ese amor. Y Dios nos ha amado primero: "No fuiste tú quien me eligió a mà ...". Experimentamos su amor por nosotros como una realidad continua cada vez que recibimos los sacramentos, pero también cada vez que reflexionamos sobre el hecho de que él nos está manteniendo existencia. Esta experiencia personal nos permite tanto comprender el amor como querer compartirlo.
2. Amigos para siempre: Al igual que el amor, la amistad se distorsiona fácilmente en el mundo de hoy, porque es más que conveniencia, tolerancia mutua o utilidad mutua. Los amigos no sólo comparten el amor, sino que también comparten secretos y conocimiento Ãntimo. El amor conduce "a una comunidad de voluntad y pensamiento" (idem). Quiero saber lo que mi amigo está pensando y deseando para poder compartir esos pensamientos e incluso satisfacer esos deseos. "La historia de amor entre Dios y el hombre consiste en el hecho de que esta comunión de voluntad aumenta en una comunión de pensamiento y sentimiento, y asà nuestra voluntad y voluntad de Dios cada vez más coinciden: la voluntad de Dios ya no es para mà una voluntad alienÃgena, algo Impuesta a mà desde fuera por los mandamientos, pero ahora es mi propia voluntad basada en la comprensión de que Dios está, de hecho, más profundamente presente para mà que yo para mà mismo "(idem).
3. Elegidos para dar fruto: Los mandamientos de Jesús son pocos, pero todos tienen que ver con el amor: "Haz esto en memoria de mÃ"; "Amaos los unos a los otros"; "Ama a tus enemigos"; "Vayan y hagan discÃpulos de todas las naciones", etc. La naturaleza esencial y urgente de este mandato del amor está ligada a la misión misma de Cristo. Somos elegidos y hemos sido designados para ir y amar a otros. Si este amor es auténtico, crecido de la vid de su amor y grande en sacrificio, dará fruto. El fruto que dura, aquello por lo que murió, es una vida eterna de amistad con Dios. Lo que otros más necesitan de mà entonces, no son bienes materiales ni consuelo, ni siquiera mi amistad, sino una experiencia del amor de Dios hacia ellos, a saber, el conocimiento de Cristo. "Viendo con los ojos de Cristo, puedo dar a los demás mucho más que sus necesidades externas; Puedo darles la mirada de amor que anhelan "(ibid., 18).
Conversación con Cristo: Querido Señor Jesús, concédeme un deseo constante y creciente de vivir tu mandamiento de amor. Desperta en mà la conciencia de tu siempre presente amor en mi vida. Que esto me inspire a amar sin medida, sin distinción de personas, sin temores de perder todo lo que es menos que amor.
Resolución: Elegiré servir a alguien hoy, no porque sienta el deseo de hacerlo, sino por amor a Cristo.