Daily Reflection

Caminando sobre el agua

April 22, 2023 | Saturday

Father Steven Reilly, LC

  • Sábado de la Segunda Semana de Pascua
  • John 6:16-21

    Cuando llegó la tarde, sus discípulos descendieron al mar, embarcaron en una barca y cruzaron el mar hasta Cafarnaúm. Ya había oscurecido y Jesús aún no había venido a ellos. El mar estaba revuelto porque soplaba un fuerte viento. Cuando habían remado unas tres o cuatro millas, vieron a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y comenzaron a tener miedo. Pero él les dijo: "Soy yo. No temáis". Quisieron llevarlo a la barca, pero la barca llegó de inmediato a la orilla a la que se dirigían.

    Oración introductoria: Vengo ante ti, Señor, pobre e indigno. Me recibes con tanto amor. Con mi esfuerzo durante esta meditación, quiero hacer una pequeña recompensa por su amabilidad.

    Petición: Que nunca me entregue a mis miedos, sabiendo que siempre estás a mi lado.

    1. Tiempos difíciles: Los momentos en nuestras vidas pueden simbolizarse acertadamente con esta lectura: aguas turbulentas, oscuridad y poco avance. A veces las aguas de nuestra alma se agitan por nuestras emociones desenfrenadas, nuestro orgullo o vanidad; perdemos el sentido de la orientación y parecemos estar remando inútilmente. ¿Podría ser de otra manera si Cristo no está en nuestra barca? Cuando estamos luchando, debemos mirar nuestra vida de oración. Ahí, tal vez, se encuentra la respuesta a algunas de nuestras dificultades.

    2. ¡YO SOY! La respuesta de Jesús al temor de sus discípulos es una palabra majestuosa. Traducido aquí como “Soy yo”, literalmente en griego, es “Yo soy”, el nombre divino que usó Dios cuando le habló a Moisés desde la zarza ardiente. Es un nombre que habla de presencia y poder. Dios no está mirando nuestras tribulaciones inútilmente desde lejos. Viene en nuestra ayuda como lo hace con los discípulos en esta historia.

    3. El Puerto Seguro: La llegada inmediata del barco a la orilla descrita en este pasaje es muy difícil de imaginar. Para los discípulos debió ser casi como despertar de una pesadilla, pasar del peligro de las aguas embravecidas en medio del mar a encontrarse ya con Cristo en la orilla. ¿Qué podría estar diciéndonos esto? Quizás una vez que decidimos llevar a Cristo en nuestra barca, en cierto sentido ya hemos llegado a nuestro destino.

    Conversación con Cristo: Señor, ayúdame a no ser arrastrado por las aguas turbulentas de mi orgullo, vanidad y sensualidad. Cuando no hago ningún progreso, ¿a quién debo culpar sino a mí mismo? Confío en tu misericordia. Tu divina presencia me tranquiliza. ¡Señor, nunca abandones mi barco!

    Resolución: Visitaré la Eucaristía hoy para renovar mi completa confianza en Cristo.

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