Daily Reflection

Jesús, su camino

February 15, 2023 | Wednesday

Father Scott Reilly, LC

  • Miércoles de la Sexta Semana del Tiempo Ordinario
  • Mark 8:22-26

    Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida, le trajeron un ciego y le rogaron que lo tocara. Jesús tomó al ciego de la mano y lo llevó fuera del pueblo. Echándole saliva en los ojos, le puso las manos encima y le preguntó: "¿Ves algo?" Mirando hacia arriba, respondió: "Veo personas que parecen árboles y caminan". Luego puso las manos sobre sus ojos por segunda vez y vio claramente; su vista fue restaurada y podía ver todo claramente. Luego lo envió a su casa y le dijo: "Ni siquiera entres en el pueblo".

    Oración introductoria: Señor, creo que me estás guiando, pero a veces siento que la inseguridad se apodera de mí. Así que renuevo mi confianza en ti una vez más. Sé que sólo puedes desear lo que es bueno para mí. Gracias por amarme incondicionalmente. A cambio, toma mi amor y mis ganas de complacerte en todo.

    Petición: ¡ Profundiza mi humildad y aumenta mi confianza en ti, querido Jesús!

    1. Jesús lidera: desde el principio, avanzamos hacia la autosuficiencia. Piensa en un niño pequeño que se esfuerza por caminar solo, sin que sus padres lo ayuden a mantener el equilibrio. En la vida espiritual, es todo lo contrario: necesitamos acercarnos a Cristo para que nos guíe, nos apoye y nos fortalezca. Admitir nuestras faltas puede ser una experiencia humillante pero fructífera. El orgullo nos impide hacer esto con gracia, pero, ten fe, si lo hacemos, Jesús desatará su poder en nuestras vidas. “La santidad no está en un ejercicio u otro, consiste en una disposición del corazón, que nos hace humildes y pequeños en las manos de Dios, conscientes de nuestra debilidad pero confiados, incluso audazmente confiados, en su bondad paternal” (S. Teresa de Lisieux).

    2. Paciencia, Dios tiene un Plan: “Lo quiero ahora” es un cliché moderno. Sin embargo, nuestro quererlo ahora no siempre funciona con Dios. Su plan es un plan para nuestro bien mayor, incluso si no es nuestro plan. La vista del ciego no se curó instantáneamente, sino gradualmente. ¡Cómo queremos ser santos ahora y nunca volver al valle de la inmundicia y el orgullo! Sin embargo, parece que caemos una y otra vez. La santidad es siempre un trabajo en progreso, pero eso no desconcierta a Jesús. Él conoce el poder que su gracia puede obrar en nuestras vidas. Simplemente entréguele sus dificultades y siga intentándolo. Nuestros fracasos nos enseñan a ser humildes, y esto solo puede acercarnos a Dios. “Esto lo sé muy bien: aunque tuviera en mi alma todos los delitos que se pudieran cometer, no perdería nada de mi confianza; más bien, me apresuraría, con el corazón destrozado por el dolor, a arrojarme en los brazos de mi Salvador. Sé cuánto amaba al hijo pródigo; He marcado sus palabras a María Magdalena, a la mujer adúltera, a la samaritana. No, nadie podría atemorizarme, porque sé a quién aferrarme por su amor y misericordia. Sé que toda esta multitud de ofensas desaparecería en un abrir y cerrar de ojos, como una gota en un horno rugiente” (Santa Teresa de Lisieux).

    3. Jesús humilde: Le dice al hombre que no entre al pueblo. ¿Jesús tiene miedo o tiene prisa? No, su humildad simplemente lo invita a seguir adelante en silencio sin que nadie lo sepa. Jesús está fascinado con la humildad y por eso la practica. A nosotros, por otro lado, nos encanta recibir el crédito; anhelamos el reconocimiento. Simplemente ingrese a una oficina profesional y contemple las placas de reconocimiento que cubren las paredes como papel tapiz. Jesús no tenía placas; sólo tenía reputación de hacer buenas obras. Nos enseña el poder de la pureza de intención, que evita cualquier tipo de engrandecimiento propio.

    Conversación con Cristo: Jesús, ayúdame a abandonarme a tu cuidado; Confío en ti completamente. Saber que soy débil y que tú eres mi fuerza me da confianza. Ayúdame a tener presente que yo soy pequeño y tú eres grande. Tú eres quien merece la gloria y debes ser el protagonista de mi vida. Ayúdame a andar en silencio haciendo el bien como tú.

    Resolución: Haré un acto de caridad, orando: “Jesús, hago esto solo porque quiero demostrar mi amor por ti”.

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