Daily Reflection

Humildad y Fe: Fundación y Catedral

February 9, 2023 | Thursday
  • Jueves de la Quinta Semana del Tiempo Ordinario
  • Mark 7:24-30

    Jesús fue al distrito de Tiro. Entró en una casa y no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar desapercibido. Pronto una mujer cuya hija tenía un espíritu inmundo se enteró de él. Ella vino y cayó a sus pies. La mujer era griega, sirofenicia de nacimiento, y le rogó que expulsara al demonio de su hija. Él le dijo: “Deja que los niños sean alimentados primero. Porque no está bien tomar la comida de los hijos y echársela a los perros”. Ella respondió y le dijo: “Señor, hasta los perros debajo de la mesa comen las sobras de los niños”. Entonces él le dijo: “Por decir esto, puedes irte. El demonio ha salido de tu hija. Cuando la mujer se fue a su casa, encontró al niño acostado en la cama y al demonio desaparecido.

    Oración introductoria: Señor, hoy vengo ante ti para aprender las lecciones de fe que quieres enseñarme. Quiero aprender a ser paciente cuando pruebes mi fe. Sé que solo quieres hacerlo crecer y dar más frutos en mi vida. En esta oración deseo confiar en ti y amarte como mereces ser amado por mí.

    Petición: Señor, haz que mi fe sea vibrante y perseverante.

    1. Buscad dones superiores: Nuestro Señor está cerca de nosotros en nuestros sufrimientos. En este Evangelio, una hija sufría de una posesión demoníaca, y su madre sufría con ella. Sin embargo, lo que más nos llama la atención de este pasaje es que Nuestro Señor aumenta inicialmente el sufrimiento de la madre al reprenderla. Parece tan fuera de lugar, tan extraño para el que es "manso y humilde de corazón", tan diferente del amable Jesús que es siempre sensible a las necesidades de los demás. Sin embargo, Nuestro Señor estaba a punto de conferirle el regalo más grande que podría acontecer a cualquier ser humano: el regalo de la salvación representado por la curación de su hija. Debido a que el regalo era tan grande, era necesario preparar el recipiente que iba a contenerlo.

    2. Sentimientos, nada más que sentimientos: Es importante recordar dos principios sobre nuestros sentimientos. Primero, no debemos tratarlos como si fueran la brújula infalible de nuestra vida espiritual. Segundo, su falta de apoyo no significa que Nuestro Señor nos esté abandonando. Fácilmente podemos olvidar estos dos principios y seguir ciegamente nuestros sentimientos, persuasiones y seducciones. Podemos confundir erróneamente los sentimientos con la fe. Esta mujer creyente muestra bellamente la actitud que debemos mantener. Su ejemplo de humildad frente a la reprensión aparentemente hostil de Jesús realmente nos asombra. Sin rebelión, sin quejas, sin rencores, sin piedad. Permanece decididamente fijada en Cristo. Ella mantiene un espíritu de humildad y fe en aquel que tiene el poder de librar a su hija del diablo. ¿Soy capaz de persistir en mi oración aun cuando parece que Nuestro Señor hace oídos sordos?

    3. Una catedral de fe para que todos la vean: ¡Ojalá pudiéramos aprender de su ejemplo! Con una base tan firme sobre la cual construir, Jesús saca de ella una fe aún mayor, tan grande como una catedral para que todo el mundo la vea. Necesitamos reflexionar y contemplar los caminos misteriosos y sabios de Nuestro Señor cuando sufrimos sus reprensiones. Debemos aferrarnos a la humildad, conscientes de que somos criaturas amadas siempre por Cristo, nuestro Buen Pastor. Prometió que no nos dejaría huérfanos. ¿Por qué entonces tan poca fe?

    Conversación con Cristo: Señor, no permitas que confunda la fe con los sentimientos. Permítanme no confundir la confianza con el mero sentimiento. Nunca permitas que reduzca mi relación contigo a sentimientos, no importa cuán placenteros o valiosos crea que pueden ser en ese momento. Ayúdame a permanecer humilde en mis disposiciones y firme en mis convicciones, buscando sólo confiar en ti, amarte y complacerte.

    Resolución: Cuando experimente sentimientos agradables, valiosos o útiles, agradeceré y alabaré a Dios, y canalizaré estos sentimientos hacia lo que es más relevante: vivir la virtud más profunda de la fe.

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