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Third Sunday in Ordinary Time (C)

C To 3                                                                                    

LA REVOLUCIÓN DEL REINO

Después de escuchar el evangelio de San Lucas podemos imaginar la escena: Es sábado. Jesús recita solemnemente el canto del profeta Isaías: "El Espíritu del Señor está sobre mí por eso me ha ungido y me ha mandado para anunciar a los pobres un alegre mensaje, para proclamar a los prisioneros la libertad, para dar a los ciegos la vista". Sus gestos son lentos y majestuosos como se acostumbra en la sinagoga para manifestar el respeto hacia la Palabra de Dios: Después comentó: "Hoy se cumple esta Escritura".

Queridos hermanos y hermanas:

1. Jesús da inicio a su misión anunciando la venida de un nuevo Reino. En un mundo lleno de maldad y de egoísmo empieza a propagarse silenciosamente la revolución del amor y del perdón. Jesús tuvo poco tiempo para anunciar su Evangelio. En el mundo había muchos más pobres, enfermos, desesperados, débiles y, sin embargo, nos dice: "se cumple hoy". Pensaba en nosotros porque también hoy podemos decir: "se cumple hoy". Cada vez que algún pobre recibe la buena noticia, o un pecador el perdón, o un enfermo la curación o la asistencia digna, o se da un pequeño paso en el avance de la libertad, de la justicia o de la paz, se va estableciendo el Reino ya aquí en la tierra; aunque no debemos olvidar que es de Dios. Es gracia. Es salvación.

2. Jesús predica un Reino de santidad y de amor, pero también de libertad y de justicia y elige construirlo en el corazón del hombre. Es allí donde se enciende la primera chispa de la verdadera revolución del mundo. Solamente Cristo es capaz de dar respuesta a los grandes problemas de la humanidad: Los políticos, con sus tratados y su diplomacia nunca han conseguido devolver la paz a los países que agonizan; las campañas de la radio o la televisión no han sido capaces de disminuir el hambre de los pueblos subdesarrollados. Las injusticias en el mundo del trabajo y la marginación de los enfermos y ancianos no se resuelven con manifestaciones callejeras. La verdadera salvación del hombre será con Jesús y en Jesús.

3. Cada vez que nosotros nos reunimos para celebrar la Eucaristía anunciamos y celebramos la buena noticia de la salvación. Nuestro encuentro se parece a aquel de Nazaret. También nosotros escuchamos la lectura de la Palabra de Dios, también la explicamos y también celebramos con alegría la acción de gracias. Anunciar la Palabra y celebrar la Eucaristía es la mejor noticia para nuestro mundo, pero muchas veces no lo parece. ¿Cómo puede parecerlo si venimos como obligados, si a menudo llegamos tarde? Deberíamos creer que Cristo en persona está aquí como estaba hace dos mil años en Nazaret. Entonces cambiaría nuestro rostro y lo proclamaríamos con una alegría gozosa.

Salgamos de esta Misa repitiendo con Jesús: "Esta Escritura se cumple hoy en mi vida". Nuestros padres repetían siempre, en las buenas y en las malas: "¡Que se haga la Voluntad de Dios!" Nada ocurre sin que él lo quiera. ¿Hemos aprendido a reconocerlo en todo? No olvidemos que nuestra familia será más armoniosa, el trabajo más llevadero, la sociedad más justa, la comunidad parroquial más fervorosa, si cada día iluminamos con el mensaje del Evangelio el gran desafío de construir un mundo de paz y de progreso; un mundo de valores y de religiosidad. Eso es el Reino de Dios.

Third Sunday in Ordinary Time (Year C)             

THE REVOLUTION  OF GOD'S KINGDOM

After hearing th

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