First Sunday of Advent (C)
Readings
Jeremiah 33:14-16 Psalms 25:4-5, 8-9, 10, 14 First Thessalonians 3:12--4:2 Luke 21:25-28, 34-36C Adviento 1
UN TIEMPO DE ESPERA Y ESPERANZA
Al Adviento lo llamamos “tiempo fuerte”, tiempo de contrastes. Con él comienza el año litúrgico pero nos está hablando ya del fin de los tiempos. Nos preparamos para el nacimiento de Cristo en su primera venida, pero escuchamos también el anuncio que profetiza su segunda venida como Juez. Debemos vivir este período con los ojos bien abiertos esperando nuestra liberación definitiva. La predicación de Jesús a sus discípulos nos pone en guardia para no dejarnos impresionar por los cataclismos que vendrán, y nos invita a esperar la venida del Hijo de Dios en oración y vigilancia.
Hermanas y hermanos:
1. Nos toca vivir tiempos difíciles. Hay señales de desesperanza como las guerras, el hambre en el mundo, el subdesarrollo, la pobreza, el terrorismo. Pero también hay señales para la esperanza. Gestos de solidaridad, de preocupación por la justicia y la paz. Podemos esperar con ilusión el alumbramiento de un nuevo mundo, más justo, más humano, más hermoso y en paz para todos, como todos deseamos. Nos asustan los signos de la segunda venida de Cristo, por eso Él ahora nos consuela con la ternura de su primera venida. Navidad es cercanía e intimidad. Cristo sigue viniendo a nuestro corazón a través de la Eucaristía.
2. Jesús nos llama a vivir despiertos para recibirlo cuando llegue; y luego debemos anunciarlo a todas las gentes para que la Iglesia de Cristo se extienda por toda la tierra, se consolide y siga suplicando: “Ven, Señor Jesús”. Esta vigilancia exige tener la mente despejada. Como centinelas que vigilan por la noche, los cristianos debemos tener la mirada fija en el horizonte por donde se asomará el sol de un nuevo día. Esta fuerza nos mantiene en estado de conversión.
3.- Es un tiempo de esperanza, de alegría, y de salvación. También de espera, de preparación y esfuerzo. Desde la fe nos queda claro que viene Dios. Tener esperanza es síntoma de vida. Sólo los muertos no esperan y cuando alguien no espera, es que ha decidido que su vida no merece la pena. Cuando muere la esperanza, muere en el corazón del hombre el mismo impulso vital. Ya no vive sino que “se deja vivir”. Nada hay más angustioso que la desesperanza y nada más positivo y rejuvenecedor que esperar con ilusión un acontecimiento, todavía más si lo sabemos cercano y extraordinario. La esperanza no es una ilusión engañosa. El que vive con esperanza, quiere tomar en serio la vida en su totalidad porque quiere descubrir todas las posibilidades que en ella se encierran para el futuro del hombre.
Adviento es tiempo de esperanza, tiempo de remoción de obstáculos tiempo para ganar en madurez, para desterrar la modorra, para aprender a vivir de pie, con la cabeza levantada, mirando atentamente la salvación que se acerca. No existe mejor preparación que la de vivir con una fe grande y segura que nos lleve, a ejemplo de María, a ver en cada acontecimiento la voluntad de Dios.
First Sunday of Advent (Year C)
A TIME TO WAIT AND HOPE
We call Advent an "ardent time", a time of contrasts. Advent begins the liturgical year, yet it is already speaking to us of the end of time. We prepare ourselves for the birth of Christ, His first arrival, yet we also listen to the announcement that prophesies His Second Coming as our Judge. We should live this time with our eyes wide open, expecting our final liberation. Jesus' preaching to His disciples puts us on guard that we should not be impressed by the violent upheavals that will come; instead He invites us to anticipate the arrival of the Son of God in prayer and vigilance.
Sisters and brothers:
1. Difficult times touch our lives. There are signs of despair - such as war, the hunger in the world, the underdevelopment, the poverty, and terrorism. Yet there are also signs of hope: Gestures of solidarity, and a preoccupation for justice and peace. We await with anticipation the birth of a new world, that is more just, more human, more beautiful and at peace - for all, as we all desire it. The signs of the Second Coming of Christ frightens us, therefore He consoles us now with the tenderness of His first arrival. Christmas is His proximity and His intimacy with us. Christ continues to come to our heart through the Eucharist.
2. Jesus calls us to be awake and ready - to receive Him when He comes again; then we will announce His Coming to all the people, so that the Church of Christ may extend throughout the whole world, to be consolidated and to continue entreating: "Come, Lord Jesus" This vigilance requires that we be open minded. As sentries that watch at night, Christians should have a fixed look on the horizon, from where the sun of a new day will appear. This anticipation will keep us in state of conversion.
3. It is a time of hope, of happiness, and of salvation. Also a time of waiting, of preparation and of effort. Through faith, it remains clear that God comes. Having hope is a symptom of life. Only the dead do not wait in expectation, and when one does not wait in hope, then that person has determined that life is not worthwhile. When all hope dies, then the vital impulse of life dies in the heart of man. He no longer lives, but "is left to live". Nothing is more distressing than despair; and nothing is more positive and rejuvenating then to have a hopeful expectation for an anticipated event, especially if we know it is coming and that it will be extraordinary. Hope is not a deceitful illusion. The person that lives with hope, wants to take life seriously in its totality, since that person wants to discover all the possibilities that life offers for man's future.
Advent is a time of hope, a time to remove obstacles, a time to grow in maturity, and to banish our drowsiness, to learn to live on foot, with our head raised, looking attentively at the salvation that approaches. There does not exist a better preparation than that of living with a secure and an abundant faith that leads us, as seen by the example of Mary, to see in each event - the will of God.
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