Fifth Sunday in Ordinary Time (B)

B To. 5                                                                                   

LOS MILAGROS Y LA ORACIÓN

La misión del cristiano es, entre otras cosas, la de preservar al mundo de la corrupción. Cristo se consagró a tiempo completo para liberar al hombre de todos sus males; males físicos como lo vemos en los milagros que narra el Evangelio de hoy, y males morales, liberándonos de todos los demonios y del pecado.

Hermanas y hermanos:

1.  Aquella tarde se le ocurrió a Pedro invitar a  Jesús y los doce a comer en casa de su suegra, que además la encontraron con fiebre.  A través de un milagro Dios quería enseñarnos el sentido de la salud y la enfermedad, de la servicialidad y la oración. La suegra de Pedro representa a la humanidad enferma; algunos no se dejan curar. La suegra de Simón, sí. "Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó". Ella comenzó a servir. Jesús va a dar al servicio un estilo nuevo. "Servir", para los griegos, era una acción indigna. Lo digno era dominar, no servir. Jesús actúa desde el amor, pues por amor "No ha venido a ser servido, sino a servir". Es lo que ha hecho esta mujer una vez curada.

2.  Es claro lo que debemos aprender: La enfermedad nos postra y paraliza. Es indispensable querer sanar y ser dóciles. La salud y la vida se nos han dado para servir a nuestros hermanos. Estamos ante un milagro, pero para que este ocurra necesitamos la fuerza de la fe. Como la gente comienza a traer enfermos Jesús los cura a todos, incluso a los endemoniados. Hay escenas y gestos que rebosan humanismo, misericordia, delicadeza y están llenos de ternura.

Según Santa Teresa los que no hacen oración son tullidos. La suegra de Pedro, curada de la fiebre, se pone a servir. Jesús con sus milagros libera a los hombres de su enfermedad del alma para que le sigan. Debemos trabajar para liberarnos de los males y limitaciones, no simplemente para aumentar el bienestar, sino, sobre todo, para poder servir mejor la causa de los hombres y del Reino.

3.  El cristiano no debe resignarse pasivamente ante la enfermedad y el sufrimiento, La salvación ofrecida por Jesús no se limita sólo al alma, sino que quiere llegar a la totalidad de la persona humana. Curó a muchos, no a todos. Quedan muchos. El  maestro nos dice curadlos vosotros. "Yo os he cambiado el corazón para que los curéis y sirváis vosotros". La oración debe impulsar y dar sentido a nuestra lucha. Debe ayudarnos a sintonizar con el designio de Dios, a confiar en él, pero al mismo tiempo a asumir nuestras responsabilidades.

En la oración Jesús nos cambia el corazón y nos pide lo que quiere de nosotros; quiere que curemos y hagamos milagros. "La oración del humilde atraviesa las nubes", nos recuerda el libro de la Sabiduría. Cristo por la fe de algunos concede la curación a otros. Pero la concede a condición de que quien va  a ser curado, no sea incrédulo. Decía el Santo Cura de Ars: "Vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo agranda y lo hace capaz de amar a Dios".

Hermanas y hermanos: No olvidemos que el mundo tiembla cuando el cristiano cae de rodillas. Si queremos ver y hacer milagros pidámoslos con fe en la oración.