ePriest.com: Your Spanish Homily

Readings

Reading I: Genesis 3:9-15, 20
Psalm: Psalms 98:1, 2-3, 3-4
Reading II: Ephesians 1:3-6, 11-12
Gospel: Luke 1:26-38

Preaching Tip

Less Moralism, More Gospel

Today’s Scriptural offering is a treasure trove of Biblical revelations.  The Immaculate Conception dogma reveals that not only is the Bible an intricate hyperlinked text, full of promise and fulfillment, but that God’s plan of salvation has been underway since time immemorial. 

The richness of today’s liturgy and its theological history provides a wealth of options for a preacher to draw upon.  Yet often, due to Advent busyness and haste, we can approach a holy day of obligation such as the Immaculate Conception with less preparation than we do Sunday mass.  We already have so much to do for Advent and Christmas! 

When we aren’t prepared, instead of drawing upon Scripture, our homilies could end up falling into spiritual moralisms, a few spiritual platitudes, and perhaps a reminder about some scheduling change for the parish.

Spiritual moralisms such as “be a good person”, “care for others”, and “love God more” fall flat and do not evangelize or change hearts.  This type of homily could just as well be delivered at a Rotary Club meeting.

The center of all Catholic preaching is the Kerygma, the Good News.  This message comes straight from the Gospel.  It proclaims that God the Father has loved every human being from all eternity and is at work reconciling each of us and our entire sinful world to himself in Jesus Christ by the power of the Holy Spirit.

Now that is great news! More Gospel, less moralisms. 

                                                                        INMACULADA CONCEPCIÓN (ABC)              

La fiesta que estamos celebrando hoy, llena nuestro corazón cristiano de alegría y esperanza. No sólo es la fiesta de una mujer, concebida sin pecado original porque estaba destinada a ser la madre del Mesías; sino que es también la fiesta de todos nosotros que nos sentimos representados por ella.

Hermanas y hermanos:

1. Cuando Santa Bernardita preguntó a la "Señora" que se le aparecía en Lourdes, quién era Ella, le respondió: "Yo soy la Inmaculada Concepción". Significa que María no estuvo nunca sometida a la esclavitud del demonio, ni tenía inclinación al mal, ni oscurecimiento de su entendimiento, consecuencias del pecado original, con las cuales todos los demás mortales somos concebidos. Tampoco estaba sujeta a dos consecuencias adicionales, que son el sufrimiento y la muerte.

2. María Inmaculada es la expresión más perfecta de la meta a la que Dios nos llama también a nosotros: Vencer el pecado, el mal y la muerte. El mal existe en nuestro corazón y a nuestro alrededor, en la familia y en la sociedad. ¿No es pecado la injusticia, la violencia, las violaciones, la corrupción, el holocausto de inocentes no nacidos y nacidos, la indiferencia, el placer egoísta a costa del sufrimiento ajeno, el dominio despótico sobre los más débiles?

Pero el mal y el pecado sólo se vencen "a golpes" de bien, en unión con Cristo y María, que tienen en su mano la victoria sobre el pecado, sobre el mal y sobre la misma muerte. Ser santos significa ser inmaculados, libres de los condicionamientos del mal y preservados del pecado.

3. Tenemos en María una buena Maestra para este Adviento y para la próxima Navidad. Nosotros queremos prepararnos para recibir al niño Jesús en nuestras vidas. Ella, su Madre, fue la que mejor vivió en sí misma el Adviento, la Navidad y la Manifestación de Jesús como el Salvador de Dios. Si la miramos a Ella, si nos alegramos con Ella, nos animaremos a vivir mejor este Adviento y esta Navidad. María es inmaculada. Por un designio de amor y de gracia, Dios la eligió para ser la madre de su Hijo encarnado.

Purísima debía ser la madre de Jesús a quien concibió primero por la fe en su corazón y luego en sus entrañas virginales. María, nuestra madre es quien mejor encarna la esperanza cristiana que celebramos en adviento.

La verdadera devoción a la Virgen consiste en imitarla en esta misión: Acoger en nuestro corazón y en nuestras vidas a Cristo para darlo a los otros con el ejemplo, la oración, la ayuda, el sufrimiento, la palabra, la alegría, la fe y la esperanza. Convirtamos el Adviento en tiempo de María. Meditando en su vida y principalmente en el mensaje de su Inmaculada Concepción, profundizaremos en la conversión que se nos pide en este tiempo de Adviento. Que el "Sí" de la Virgen, sea la razón de nuestra esperanza, de que las promesas del Señor se cumplirán. Así sea.

 


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 Years A, B, C