Readings
Reading I: Acts 5:27-32, 40-41 |
Preaching TipDilexit Nos and the Renewal of Devotion to the Sacred Heart
Renewing devotion to the Sacred Heart of Jesus can profoundly enrich parish life. Pope Francis has asked us to make this a priority in our parishes.
In his encyclical Dilexit Nos, the pope highlights not just the divine love of God, but also the human love of God. Because Jesus is fully divine and fully human, his love for us takes on a human element that is symbolized by the Sacred Heart.
He writes in Dilexit Nos:
“In the end, that Sacred Heart is the unifying principle of all reality, since ‘Christ is the heart of the world, and the paschal mystery of his death and resurrection is the centre of history, which, because of him, is a history of salvation’”. (Dilexit Nos 31)
When we preach about God, we must combine theoretical knowledge about him with experiential knowledge of him.
In short, a priest will preach better if he has a real relationship with God through prayer.
A corollary to this is that our parishioners will have a better Christian way of life if they too have more than a theoretical knowledge of Christ.
There are ways to increase this experiential knowledge of Christ through the Sacred Heart devotion in our parishes.
Three cornerstones of Sacred Heart devotion are:
Enthronement of the Sacred Heart: We should encourage families to enthrone an image of the Sacred Heart in their homes, making Christ the center of family life.
First Fridays Devotion: We can promote the practice of attending Mass, confession, and receiving Communion on the first Friday of each month, dedicated to the Sacred Heart.
Adoration and Holy Hours: We can establish regular times for Eucharistic Adoration and thereby encourage parishioners to spend quiet time in prayer, deepening their personal relationship with Christ. |
Third Sunday of Easter, Year C (C 3 Pascua)
EL CRISTIANO ES UN HOMBRE QUE VE AL SEÑOR
Dos semanas después de la resurrección de Jesús, los discípulos deciden volver a lo de antes, a la pesca, al trabajo humano. Abandonan Jerusalén y se van al norte, a su lago. Llevan la impresión de que las apariciones han terminado y ahora hay que sudar para ganarse la vida. ¿Acaso olvidaron ya lo que el Señor les dijo: "Os haré pescadores de hombres"? Parece que sí.
1. Aquellos pescadores experimentados se embarcaron esa noche con la ilusión de llenar las redes. Pero amanece y las redes están vacías. Pedro, ¡Qué pronto olvidaste las palabras de tu Maestro: "Rema mar adentro"! Pronto las volverás a escuchar.
¡Cuántas veces nos pasa lo mismo que a Pedro! Vivimos grandes experiencias al lado de Cristo: nuestro bautismo, nuestra primera comunión, nuestra confirmación, nuestro matrimonio. Escuchamos al Señor mismo que nos dice: "Tira las redes a la derecha y encontrarás peces" pero hacemos como los apóstoles: Volvemos a lo de antes, buscamos un poquito de felicidad precisamente allí donde ya sabemos que no la vamos a encontrar; porque nunca encontraremos mayor felicidad que la que hemos encontrado en el mismo Cristo.
2. Cristo no deja sólo a Pedro. No nos deja solos. Tras la fatigosa noche, Pedro vuelve a encontrar la felicidad. ¡Todo se ilumina! La noche queda atrás cuando el discípulo amado le dice que quien está en la orilla es el Señor. Juan lo ve y Pedro no lo ve. ¿Por qué Pedro no percibe esa presencia si los dos escucharon la misma voz? Todos la escucharon. ¿Acaso se pusieron de acuerdo el discípulo amado y Jesús para ayudar a Pedro? No. Lo que ocurre es que Juan vivía en otra sintonía... más cerca de Cristo. Juan sabe descubrir su presencia porque tiene un "sexto sentido". Le resulta fácil reconocer a su Maestro. En medio de la bruma sabe decir: "¡Es el Señor!".
3. Jesús siempre nos espera en la orilla del lago, observando cómo trabajamos. Hace falta adquirir la buena vista de Juan para descubrir a Jesús que siempre está allí a nuestro lado para cuidarnos, orientarnos, salvarnos. Juan es como aquellos buenos amigos que siempre solucionan nuestros problemas. Un consejo, una palabra, alguna mirada, una noticia... Cuántos cambios realizan en nosotros. Juan le cambió el día a Pedro.
Hagamos el propósito de descubrir a Jesús en todos los acontecimientos de nuestra vida. En lo bueno y en lo malo digamos: "Es el Señor". No corramos el riesgo de trabajar toda la noche y amanecer con las redes vacías. La pureza de intención es esa actitud que nos permite descubrir en todo la Voluntad de Dios y nos ayuda a perseverar en nuestra decisión de hacer siempre y solamente lo que Dios quiere.
Third Sunday of Easter, Year C
&n